El jefe de la oficina regional de Magallanes y Antártica Chilena agregó que a lo anterior, se agregan la gran extensión geográfica y complicaciones logísticas, con más de un 80% de la superficie regional declarada como áreas protegidas y con distintos sectores productivos con actividades en el territorio tan heterogéneos como la acuicultura, la minería de hidrocarburos y el turismo.

Magallanes, 21 de diciembre de 2021.- En septiembre, el programa Informe Especial de TVN realizó un reportaje sobre una salmonera transnacional, en una reserva de la biosfera y que mantenía abiertos diversos procesos condenatorios y judiciales en el extremo austral de nuestro país.

Tras aquel programa se dio a conocer el arduo trabajo que realiza el equipo de la oficina regional de Magallanes y la Antártica Chilena liderado por el jefe de la oficina, Andy Morrison Bencich, uno de los tres fiscalizadores del equipo regional con más de diez años de experiencia y que egresó como Ingeniero Civil Ambiental de la Universidad de Playa Ancha.

A continuación, les compartimos entrevista realizada por la Facultad de Ingeniería de esa Casa de Estudios Superiores, luego de formarse en Valparaíso lejos de su familia en Punta Arenas, cuando la carrera de Ingeniería Civil Ambiental comenzaba a impartirse -finalizando la década del noventa- al alero de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, disciplina que, con el transcurso de los años, pasó a formar parte de la oferta académica de la Facultad de Ingeniería de la UPLA, creada en 2010.

– ¿Pensó alguna vez que luego de formarse como profesional en Valparaíso, a más de 2 mil kilómetros de distancia de su ciudad natal, volvería con los años a Punta Arenas y se transformaría en el jefe regional de la Superintendencia del Medio Ambiente?

AM: La verdad es que siempre tuve interés en volver a Punta Arenas después de finalizar mis estudios, porque allí estaban mi familia y amistades, pero principalmente porque tenía deseos de poder aportar a mi región como profesional.

Sin perjuicio de lo anterior, sabía también que era muy importante ganar experiencia, por lo cual trabajé un tiempo en Santiago en una consultora dedicada al diseño de proyectos de ingeniería para tratamiento de aguas, y posteriormente retorné a Magallanes.

Respecto de mi llegada al servicio público, fue algo que se dio en el tiempo, aunque debo reconocer que siempre despertó mi atención e interés el poder aportar desde esa vereda a la justicia ambiental.

– Con 10 años en la Superintendencia del Medio Ambiente como fiscalizador y ahora como jefe en la Región de Magallanes ¿Cómo evalúa este camino?

AM: Ha sido un camino de gran aprendizaje personal y profesional, pero no exento de muchas dificultades. A este respecto, recuerdo que el año 2011 trabajaba en otro servicio público (la Superintendencia de Servicios Sanitarios, SISS) y se abrió un proceso de postulación vía concurso público -bastante riguroso por lo demás- para fiscalizadores en prácticamente todas las regiones del país, el cual contempló sólo un cupo para toda la región de Magallanes, en este nuevo servicio público fiscalizador. Lo anterior, en el marco de una gran reforma a la institucionalidad ambiental iniciada el año 2010 y que incluyó la creación de distintos órganos de la administración del Estado, tales como el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente, además de la desaparición de la antigua Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA).

En dicho contexto destacaría varias cosas dentro de estos 10 años transcurridos en la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), pero lo principal es que creo que en lo personal y profesional he participado y contribuido a la creación y fortalecimiento de la institución desde sus orígenes, lo cual es muy gratificante. Sin lugar a duda mis primeros siete años en la institución, en los cuales desempeñé labores como fiscalizador, fueron muy complejos debido a que los recursos eran muy limitados (y siguen siendo). No había más personal para hacer frente a la gran extensión territorial de la región, en circunstancias que tampoco existía una oficina regional propiamente tal, por lo que originalmente tenía dependencia jerárquica desde Santiago, y luego desde Valdivia a partir del año 2013 con la inauguración de la Oficina de la Macrozona Sur, la que abarcaba desde Biobío hasta Magallanes.

Posteriormente, en el año 2018 y como parte de un proceso de apertura gradual de oficinas regionales en todo el territorio nacional, se inauguró la oficina regional de Magallanes, dándoseme la oportunidad de asumir dicha jefatura, con ello el gran desafío de liderar un incipiente equipo técnico , actualmente compuesto por 4 funcionarios, de los cuales 3 (me incluyo) somos profesionales que desarrollamos directamente actividades de fiscalización, lo cual ha permitido desplegar de mejor forma la labor del servicio en la región.

– En los tres años que lleva liderando la Superintendencia del Medio Ambiente en la región austral ¿Qué ha sido lo más complejo de esta responsabilidad?

AM: Creo que, claramente, lo más complejo ha sido poder dar respuesta a las crecientes demandas ciudadanas en materia ambiental con los limitados recursos que se cuenta, en una región en la cual tenemos gran extensión geográfica y complicaciones logísticas, con más de un 80% de la superficie regional declarada como áreas protegidas, y con distintos sectores productivos desarrollando sus actividades en el territorio tan heterogéneos como la acuicultura, la minería de hidrocarburos y el turismo

– ¿Hay algún elemento adquirido en su formación en la Universidad de Playa Ancha que haya sido clave en los desafíos que ha asumido en su vida profesional?

AM: Lo que más destaco de la formación profesional entregada por la UPLA es la capacidad de poder adaptarme a distintos escenarios laborales sin limitaciones, pudiendo desempeñar funciones tanto en el ámbito privado como público, así como también la posibilidad de realizar múltiples trabajos en las áreas de ingeniería más dura, o bien, en el área de gestión.

En complemento y tan importante como lo anterior, resulta el hecho de haber adquirido en la UPLA una formación del todo integral, con sentido de realidad y centrada en las personas, lo cual muchas veces hace la diferencia entre profesionales.

 -¿Qué recuerdo tienes de su paso por la Universidad de Playa Ancha?, ¿Cómo describiría su experiencia formativa?

AM: Mi experiencia formativa fue muy enriquecedora y me permitió desarrollar las habilidades necesarias para ejercer adecuadamente mi trabajo. Tengo muy buenos recuerdos de mis profesores, algunos incluso que ya no están con nosotros como el profesor Alberto Flores Quiroz, de quien fui ayudante por varios años en la asignatura de “Introducción a la Ingeniería”; así como también de mis compañeros de carrera, con muchos de los cuales mantengo contacto a la fecha y compartimos conocimientos y experiencias.

– ¿Qué mensaje le daría a los y las jóvenes interesados en estudiar la carrera de Ingeniería Civil Ambiental en la UPLA?

AM: Les diría que es una hermosa carrera y que el sello de la UPLA es único. Es una carrera con grandes perspectivas en la actualidad y por sobre todo a futuro, que permite además contribuir a compatibilizar el desarrollo económico con la protección de nuestro patrimonio ambiental, cada vez más valorado por las nuevas generaciones

– ¿Cuál/es es/son el/los desafíos que deberán enfrentar los nuevos Ingenieros Civiles Ambientales en el campo laboral o en las comunidades en que se inserten?

AM: Creo que los dos grandes desafíos que tendrán los nuevos Ingenieros Civiles Ambientales serán el hacer frente a una nueva Constitución, que claramente dará un gran impulso y mayor relevancia a la temática ambiental, así como también el hacerse cargo del mayor empoderamiento de las comunidades y creciente demanda por mejoras en la calidad ambiental.

– ¿Cuál es la importancia de contar con este tipo de profesionales en el actual contexto en que vivimos? ¿Cuál puede ser su aporte y en qué áreas podrían involucrarse?

AM: Los Ingenieros Civiles Ambientales ejercen y ejercerán incluso un rol mucho más activo a futuro, en el escenario actual y proyectado de cambio climático, escasez hídrica y reactivación económica, dada la necesidad de asegurar la sustentabilidad de los principales rubros productivos. Es así como su rol será clave, tanto desde el mundo privado con la elaboración e implementación de iniciativas destinadas principalmente a reducir, mitigar o controlar los impactos ambientales derivados de las distintas actividades humanas, como desde el mundo público con la elaboración y control de regulaciones destinadas a la protección de nuestro patrimonio ambiental