La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra mediante una resolución adoptada en 2019.

Santiago, 22 de abril de 2022. Este día conmemora a la Tierra y sus ecosistemas como el hogar común de la humanidad, así como la necesidad de protegerla para mejorar los medios de vida de las personas, contrarrestar el cambio climático y detener el colapso de la biodiversidad.

La consigna para este año será “Una sola Tierra”, que destaca la necesidad de vivir de forma sostenible, en armonía con la naturaleza, a través de cambios sustanciales impulsados por políticas y elecciones cotidianas “que nos guíen hacia estilos de vida más limpios y ecológicos”, como asevera el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

La Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) se suma con toda la fuerza de sus funcionarias y funcionarios a esta conmemoración, en nuestro rol fiscalizador de la normativa ambiental en Chile. Invitamos a la comunidad a conocer más sobre nuestros esfuerzos en materia de fiscalización y sanción, a través de la información publicada en nuestro Sistema Nacional de Información de Fiscalización Ambiental (SNIFA), donde se puede acceder a más de 30 mil expedientes donde se refleja nuestra acción diaria. Asimismo, quienes deseen realizar alguna denuncia, pueden hacerlo en el Portal de Denuncia Ciudadana, donde se explica qué tipo de reclamos se pueden hacer ante nuestra institución.

“La Madre Tierra claramente nos pide que actuemos. Los océanos se llenan de plásticos y se vuelven más ácidos. El calor extremo, los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos han afectado a millones de personas. Aún a día de hoy nos enfrentamos al COVID -19, una pandemia sanitaria mundial con una fuerte relación con la salud de nuestro ecosistema”, sostiene la ONU.

El cambio climático, los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad, como la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden acelerar el ritmo de destrucción del planeta.